Navegar en Internet y pasearse entre plantillas que
parecen hermanas es el inicio de la travesía. Título, sumario, foto y que
comience el desfile de párrafos interminables, publicidad intermitente y ventanas
emergentes que flotan sin
control de esquina a esquina de la pantalla. La duración de la tormenta de
sonidos y promociones depende de cuánto tiempo nos lleve encontrar la salida,
la equis.
Ubicar esa pequeña “aguja pixelada”, que
algunos desarrolladores esconden entre un pajar de letras enormes y brillantes,
es un reto. Tiene sentido, el negocio es que nos llegue el mensaje. Que
compremos lo que ofrecen, que nos creamos el cuento de ser el visitante número
500.000 de la página del clima y de que el jugoso premio que
acabamos de ganar por una fortuita visita digital cambiará nuestra vida real.
Pero, y qué pasa cuando nos enfrentamos a un público saturado de modelos
lineales.
Hacernos los de la vista gorda. Ignorar
los avisos, así nos prometan bajarnos el cielo, es uno de los síntomas de la pandemia
en línea a la que expertos llaman “ceguera digital”, la cual se expande a
la velocidad de la conexión
en red, y despierta el interés de la academia, que a través de la técnica
del eye tracking identifica la ruta
visual del lector cuando ingresan a un portal web.
Para profundizar en la incidencia del diseño web en el comportamiento de los usuarios, el centro de estudios de periodismo del Instituto Poynter, uno de los mayores referentes
norteamericanos de formación periodística, realizó una investigación sobre el
movimiento de los ojos de los cibernautas.
El patrón común que arrojó el estudio
indica que la mayoría de las 46 personas que participaron de las pruebas
técnicas fijó su mirada en los contenidos ubicados en la parte superior
izquierda de cada página visitada.
Steve Outing y Laura Ruel, autores de Eyectrack
III, el seguimiento a cómo lucen los sitios web a través de los ojos de
los lectores, determinaron que las tipografías más pequeñas motivan la “visión
enfocada”, que consiste en leer detenidamente cada frase, en no caer en el
escaneo ocular de contenidos.
Si aterrizamos esta hipótesis a la rutina
diaria de lectura digital tendríamos que admitir que en más de una ocasión
hemos “escaneado” un sitio web y decidido en menos de 10 segundos que o su
presentación o contenido no nos atrae. Esa es tan solo una respuesta a la
necesidad de encontrar titulares y textos atractivos que, de acuerdo con
Outing y Ruel, invade la red.
Si bien no existen normas concretas sobre
la longitud ideal de los titulares, “la mayoría de la gente mira solo el primer
par de palabras y solo sigue leyendo si es animada por ellas”.
La incredulidad de los usuarios en los
avisos publicitarios que aparecen separados por líneas de los bloques de contenido
editorial es otro de los males digitales que aquejan a la red, según
el estudio, por lo que si piensa iniciarse como bloguero vale la pena que tenga
en cuenta las siguientes recomendaciones: