sábado, 20 de diciembre de 2014

La informalidad amenaza la salubridad de las carnicerías

El olor de la carne de res atrae a las moscas. Los insectos se posan sobre los pedazos de panza y lomo que cuelgan de garfios metálicos en algunos de los expendios de los sectores más populares de Barranquilla, como La Alboraya y la calle 30.
El carnicero Francisco González, de 49 años, “relaja” la carne desde las seis de la mañana. Dice que a su “puesto”, en el sur de la ciudad, llegan cerca de 50 clientes por día, y que entre todos compran media res, es decir, $600.000.
Su negocio es uno de los 2055 que figuran como tiendas de abarrotes que comercializan cárnicos, según el censo de la Secretaría de Salud del Distrito. En la mayoría ya no tienen la bandera roja que años atrás colgaban los vendedores para indicar que había carne fresca.
González reconoce que no cuenta con las condiciones de higiene requeridas para evitar que la carne se contamine. La vende a la intemperie, cerca de una calle en la que el paso de los vehículos levanta polvo, que se adhiere a las comisuras de los cortes.
Pica la res en su casa, a pocas cuadras del negocio. La despresa y la empaca en bolsas que transporta en una bicicleta. Dice que la competencia con los grandes expendios y supermercados afectó la venta, que antes las amas de casa, sus principales clientes, no compraban solo lo necesario para el almuerzo, sino que se llevaban hasta cinco libras diarias.
Una libra de carne blanda cuesta $6.500 en el negocio de González, y hasta $9.000 en un expendio “limpiecito y grande”, como cuenta el vendedor. De esos, de comercio exclusivo de carnes, solo hay 105 en Barranquilla.
“Esa es gente con mucho capital y una infraestructura bien montada con vitrinas y más garantías que uno, porque mientras yo compro tres ellos compran seis o hasta crían su propio ganado y así bajan los costos y es una carne que pueden dar más barata”, explica González.
Sus clientes afirman que aunque no es mucha la diferencia, que es de entre $500 o $1.000 en la mayoría de los casos, la suma representa un ahorro considerable, y que disminuye los ingresos entre los minoristas.
El olor de la panza atrae a los insectos. 

"Lo que no se muestra..."
Que “lo que no se muestra no se vende” es el lema del negocio de González. Dice que a los compradores les gusta ver bien lo que hay, y que diciembre es la mejor época comercial. Por una libra de costilla cobra $3.500, y por una de hueso, $1.000.
Sobre cómo garantiza que la carne que vende no sea de la ‘mala’, asegura que el que tiene tiempo en el negocio conoce cuando la presa está descompuesta. “El ganado es como la gente, si viene de pasar trabajo se ve mal, no necesita uno saber mucho”.
No es el único que se cansó de espantar las moscas, en el mercado conocido como La Magola, en la calle 30, otros negociantes de la carne como José Zabaleta, de 41 años, perdieron la batalla contra los insectos.
Dice que en un día malo vende $300.000 o $400.000 y en uno bueno $600.000. Por cada $600.000 vendidos gana $200.000. Compra la res completa, que cuesta $1.200.000, y él mismo la descuartiza. Primero le saca el bofe o pulmón, el hígado y el corazón.
Los operativos de vigilancia para que en negocios como el de González y Zabaleta no incumplan las normas sanitarias de manipulación de cárnicos están a cargo de 20 técnicos de la Oficina de Salud Ambiental de la Secretaría de Salud del Distrito, dependencia según la cual en lo que va del 2014 realizaron 53 visitas a expendios exclusivos de comercialización de cárnicos bovinos, porcinos y de pesca. 
Las moscas se posan sobre los cortes sin ninguna restricción. 
Controles. Una adecuada iluminación y ventilación, sistemas de refrigeración, y buenas condiciones de pisos, paredes y techos hacen parte de los requisitos para el funcionamiento de las carnicerías. Las inspecciones consisten en la toma de muestras de alimentos para el análisis bacteriológico y descartar presencia de cólera; así como la solicitud del certificado de manipulación de alimentos, que consta que realizaron el curso dictado por la Oficina de Salud Ambiental, que en el caso de González no existe.
El literalmente sucio manejo de las carnes por parte de los comerciantes deriva en sanciones. La más drástica es el levantamiento del acta de venta en los establecimientos en los que los responsables no cumplen con las disposiciones de los manuales de limpieza y desinfección, y los que tienen deficiencias en infraestructura.
Las autoridades dan un plazo de 30 días para que los comerciantes realicen las adecuaciones pertinentes, lapso que puede ser prorrogable en la medida que den cumplimiento a los requerimientos.
A pesar de las excusas de muchos para no seguir  las normas de higiene, hay muchas carnicerías de barrio que sí cumplen con los requerimientos para un adecuado almacenamiento y comercialización de la carne.
La falta de higiene de los mesones en los que cortan los productos favorece la contaminación.

jueves, 11 de diciembre de 2014

El efecto ‘Mechas’, un trampolín electoral para Juan Manuel Santos

Expertos aseguran que el video de Ana Mercedes Plata, la abuela que se negó a votar por “Zurriaga”, ayudó al presidente a posicionarse como el candidato del pueblo



Doña ‘Mechas’ (Ana Mercedes Plata), la protagonista del fenómeno en red que no necesitó de naranjas, libretos o presupuesto para provocar un efecto millonario en popularidad en favor del reelecto presidente Juan Manuel Santos, alcanzó la noche del domingo el umbral del reconocimiento.
En la octava frase de su discurso, cuando apenas había agradecido el triunfo a Colombia, apareció la referencia de Santos a la abuela que visitó dos días antes de los comicios en una humilde vivienda arrendada en un sector popular de Villavicencio, tras el impacto causado por el espontaneo video en el que la mujer explica por qué no votaría por “Zurriaga” (Óscar Iván Zuluaga).

El video. Recostada a una de las vitrinas repletas de rollos de cartulina y muñecas de plástico, ‘Mechas’, en un minuto y nueve segundos que se volvieron virales, contó –con la simpleza y gracia con la que las veteranas echan chismes de barrio– cómo la contienda electoral tocó las fibras de su familia.
De “la ruina” en la que sobreviven los más pobres y de la necesidad de tener “casitas baraticas”, trata la peculiar declaración que hasta ayer contaba con 1.207.193 reproducciones en Youtube.
Si bien Plata no obedeció al impulso de maquinarias políticas para reconocer su preferencia hacia Santos, ni recibió un peso por su manifestación de apoyo, como dejó en claro su amiga Liliana González, propietaria de la miscelánea y quien le hizo el video, esta publicación “logró generar entre los electores un clima de distensión”, tras la oleada de acusaciones entre ambos candidatos, opina la experta en comunicación y política Alicia Peñaranda.
Resultados. El “man”, “JuanPa”, como llama Ana Mercedes Plata en el video al candidato de la Unidad Nacional se comprometió a que en su segundo mandato seguirá “transformando” las vidas de personas como ella, anuncio que respaldó el 55% de los 1.243 lectores de ELHERALDO.CO que participaron en una encuesta en línea para medir la percepción de qué tanto influyó este personaje en las elecciones.
Así como 685 lectores opinaron que el video incidió en favor del presidente, Peñaranda considera que, la pieza audiovisual es “buena por sí misma”,  y que la forma en la que Santos se involucró en la historia fue “decisiva” para este.
José Penso, consultor del Centro Interamericano de Gerencia Política en Miami, considera que las imágenes muestran a un “JuanPa” cercano al pueblo diferente al imaginario del mandatario inalcanzable”, como lo describía la oposición.
Pero mientras para algunos fue trascendental el efecto ‘Mechas’ en el apoyo final a Santos, Penso considera que el vídeo “no fue decisorio” en su triunfo, aunque reconoce que “sí ayudó” a proyectar a un candidato más cercano a las necesidades de la gente. “El mensaje fue claro y contribuyó al posicionamiento de Santos como la opción del pueblo”, opina.
Y es que la mirada franca de Ana Mercedes Plata, que no apeló al argumento de la paz sino a la precariedad en la que viven quienes no tienen un techo propio, impulsó a Santos a propiciar un encuentro para mostrar el perfil incluyente que buscó por meses en la campaña electoral.
Penso explica que en materia de marketing político se utilizan estrategias para causar controversia, familiaridad o cercanía, entre otros efectos, con los electores, como lo intentó la campaña de Óscar Iván Zuluaga con la hoy popular ‘Loca de las naranjas’.
“Este tipo de piezas tienen gran potencial y básicamente buscan generar ruido, llamar la atención. La recordación es aún mayor cuando utilizan el humor de forma adecuada, sin embargo lo importante es que transmitan un mensaje que pueda influir en la decisión del elector”, apuntó el experto.
En el caso de ‘Mechas’ no fue el resultado de ese tipo de cálculos. La intención no era otra que marcar una cuota de humor, así lo sella la carcajada con la que finaliza el video. Aunque fue una publicación viral, Peñaranda sostiene que los medios de comunicación tradicionales promovieron la cercanía con Santos, a través de entrevistas a la mujer.
Pese a que los escenarios en los que se presentaron tanto la ‘Loca de las naranjas’ como la abuela ‘Mechas’ eran políticamente opuestos, el panorama que mostraban era el mismo, el de condiciones socioeconómicas bajas.
Que ambos videos surgieran de manera casi simultánea generó una estela de duda entre los electores, que asociaron a ‘Mechas’ como la respuesta a la campaña del candidato del Centro Democrático. Peñaranda dice que Santos lo aprovechó como un trampolín electoral.
Antecedente en Brasil
El video de la popular ‘Loca de las naranjas’, que hizo parte de la campaña de Óscar Iván Zuluaga, es muy parecido al concepto de una de las piezas de propaganda política de Luiz Inácio Lula Da Silva, en Brasil, titulado ‘Oportunidad’, pues ambos fueron hechos por el asesor Duda Mendonça. En la versión brasilera aparece un joven de una favela con el mismo mensaje que la tendera colombiana, personificada por la actriz Olga Lucía Martínez, pero de forma más emocional. “La versión colombiana falló porqué no dejó claro si era una pieza dramática o humorística”, dijo Penso.

El ‘corrientazo’ callejero, la receta del ahorro de mil comensales

Un comerciante barranquillero abrió hace cinco meses 20 puntos ambulantes que son la solución de muchos para ganarle la partida al hambre


En esta sede de ‘corrientazos’, ubicada en la calle 68 con carrera 46, en el norte de Barranquilla, la ‘magia’ ocurre dentro de 32 enormes calderos hirvientes. El truco, es hacer rendir la comida. Las ‘varitas’ son cucharones, y el ‘polvo de estrellas’ tiene sabor a condimento.
El negocio, que marcha sobre ruedas abordo de 20 carritos ambulantes, comenzó hace cinco meses, cuando el comerciante Henry Grillo instaló 21 estufas en la amplia cocina industrial que adecuó en su casona de rejas blancas.
Almorzar allí durante dos semanas, cuesta en promedio lo que cualquier comensal paga por un plato a la carta en un restaurante “con todas las de la ley”, $33.000, de lunes a viernes.
Aunque algunos son escépticos frente al económico presupuesto a cambio del que ofrecen bandejas repletas de arroz, granos y proteína, acompañadas de “guarapo” y fruta, Grillo asegura que trabaja con ingredientes de calidad, y que el secreto está en “cogerle el maní” a la administración de los alimentos.
El barranquillero de 59 años, que todavía es recordado en la ciudad por vender vasos de sopa a $600 en el Paseo de Bolívar, hace más de 15 años, reconoce que su experiencia al frente de un comedor militar en el Putumayo durante poco más de un lustro, lo ayudó a saber cómo repartir la comida.
Ahora, es el líder del proyecto al que espera consolidar como  una fundación, en el que 20 mujeres y hombres, en su mayoría madres cabeza de familia y exdrogadictos, ganan $500 por cada almuerzo vendido, más $10.000 de auxilio de transporte.
Desde el bordillo. Tres semanas lleva Alfredo Hernández, un técnico automotriz de 49 años, comiendo bajo el árbol de almendro de la esquina de la carrera 53 con calle 70. Ahí, elige entre las siete opciones que ofrece Libia Ortega, la ‘vendedora estrella’ de Grillos.
Carne asada, pollo apanado o en salsa, cerdo agridulce, bandeja paisa, filete de pescado y albóndiga son las especialidades que Ortega despacha a los clientes,que eligen si llevarlo a casa o comerlo “en el bordillo”.
A las 4 de la mañana la mujer  sale de su casa, en Soledad, para picar, revolver y cortar, pues es una de las cuatro cocineras y dos asistentes que preparan el menú. Por esa tarea, gana $40 mil diarios, fuera de los $37.500 que asegura con la venta de 75 almuerzos. Es la que más vende.
A pie, en carro, moto, o bus, de cualquier manera llegan los comensales a comprar los individuales de icopor. Algunos los apartan desde el día anterior, para no quedarse sin su pedido, ya que la venta empieza a las 11, pero “se pone buena” a las 12, cuando el hambre empieza a manifestarse.
El cierre contable es diario, a todos les entregan $25 mil pesos para guardar entre las cangureras de cuerina negra que cuelgan de sus caderas, con el fin de que no haya excusas para no despachar por no tener “vuelto”, $11.000 en monedas y $14.000 en billetes.
El retorno a la sede es a las 2:30, pues a las tres de la tarde es el conteo de liquidación. “Las vendedoras nuevas arrancan con 20 almuerzos”, para que por la inexperiencia la comida no deje de ser vendida. Tienen 20 rutas distintas, una de las más populares es la de Candelaria, “la negrita”, que hace dos meses llega a la esquina de la calle 80 con carrera 47.
Con una chaqueta impermeable, color azul turquí, la mujer se protege del sol durante el recorrido que hace para localizarse en ese punto, empujando el carrito número 19, en el que lleva 50 almuerzos variados.
“Aquí no quedan almuerzos, las pocas veces que no se venden todos, los empleados se llevan dos cada uno, o se los llevo a los coletos”, señala Grillo, quien también vende ‘corrientazos’ en la puerta de la casa, sobre una mesa cubierta por un mantel plástico blanco.
El microempresario sostiene que sus comidas no tienen nada que envidiarle a las de un restaurante de comidas ejecutivas, por ello cuenta con una aseadora que lava los pisos y limpia las paredes después de cada jornada, pasadas las 10:30 de la mañana.
Entre la cocina industrial, los implementos, los carritos, los uniformes y “el impulso de los primeros meses”, Grillo dice que ha invertido cerca de $100 millones. En un día recauda $3 millones 300 mil, de los cuales saca el gasto de agua, luz, gas, salarios e ingredientes. 
“El truco está en el volumen de compra. Todo es de buena calidad, el arroz, las papas... casi todo lo compro en Makro”, dijo el negociante, que no trabaja domingos, ni festivos.
La compra de los ingredientes la hace una vez por semana. Son 13 bultos de papa y otros 13 de arroz los que requiere para la preparación de mil almuerzos. No usan aceite, porque recuperan la grasa del pollo.   “Tengo ciertas técnicas que aprendí en el batallón”, señala Grillo.
El uniforme de esta tropa de soldados que busca ganarle la batalla al desempleo es amarillo, pues tratan de llamar la atención de quienes creen que menos de $5.000 no alcanzan para almorzar. Esos que aguardan fuera de las clínicas, universidades y oficinas.
El equipo está conformado por 27 personas que le dan la cara a la pobreza. Todos se resisten a ser parte de las cifras reveladas por el Dane, según las que la nueva tasa de pobres es de 30,6%. 

Los parqueaderos privados se multiplican en el espacio público


Las zonas de espacio público en el norte de Barranquilla están delimitadas irregularmente con piedras, cuerdas y conos para estacionar vehículos a cambio de dinero




Encontrar un cupo para parquear en el norte de Barranquilla es una odisea para la mayoría de conductores. Negociarlo todavía más.
Pese a que existen bahías de estacionamiento frente a la mayoría de los establecimientos ubicados en esa zona, el privilegio de usar uno pareciera estar reservado solo para los que acceden a pagarle a los particulares que impiden el paso con piedras, cuerdas y conos de tránsito.
Años atrás, esta modalidad informal se ceñía a ofrecer el servicio de vigilancia a cambio de un par de monedas. Era fácil identificar a los “cuidadores”, porque acostumbraban a agitar pañuelos rojos y señalar los puestos libres. Sin embargo, ahora esperan a sus clientes sentados y sin afán, tras cabuyas que delimitan el espacio del que se han apoderado sin autorización alguna.
EL HERALDO realizó un recorrido por las principales calles del norte de la ciudad, e identificó los cinco puntos en los que más se repite esta situación.
A lo largo de la carrera 49C, en el tramo comprendido entre las calles 80 y 84, se encuentra uno de esos puntos. Ahí, al intentar dialogar con tres cuidadores que reclaman dinero para quitar los obstáculos del camino, dos de ellos se negaron y el otro manifestó que “no hay trabajo” y que le toca “rebuscarse en la calle para sostener a la familia”.
En la carrera 50 con calle 84 los cuidadores bloquean las zonas de parqueo con baldes repletos de cemento seco y palos.

Tras merodear por el sector de la calle 74 con carrera 57, donde hay otra zona pública en poder de particulares, el conductor de una camioneta decidió pagar por un espacio a un hombre de chaleco y gorra que parecía tener el control de la esquina, tras no encontrar otra alternativa para dejar su vehículo.
Esta escena es recurrente a lo largo del corredor clínico de la carrera 50 entre las calles 79 y 84. Aunque en ese tramo hay dos parqueaderos privados, ambos permanecen vacíos, pues los ciudadanos prefieren cancelar lo que les pidan, con tal de estacionarse frente a su lugar de destino.
Algo similar sucede en la calle 90 entre carreras 46 y 47, sede de la Universidad Autónoma del Caribe, y en la esquina de la calle 79 con carrera 49B, donde la farmacia Colsubsidio y el almacén Colchones y Muebles Relax tienen demarcado el espacio de parqueo público como zona privada.
En todos estos casos se viola lo establecido en el artículo número 8 de la Ley 769 del 6 de agosto de 2002, por la cual se expide el Código Nacional de Tránsito Terrestre, que señala que “las entidades públicas o privadas y los propietarios de los locales comerciales no podrán hacer uso del espacio público frente a sus establecimientos para estacionamiento exclusivo de sus vehículos o el de sus clientes”, en esos dos puntos están violando la norma.
Esta situación tampoco es ajena a la realidad residencial, pues ha llegado hasta zonas de poco tráfico. Tal es el caso de los conjuntos ubicados sobre la calle 74 con 57, que cuentan con sus propios cerramientos improvisados, para evitar que parqueen personas distintas a propietarios o visitantes.
Técnicamente, una bahía de estacionamiento es contemplada por la ley como la parte complementaria de la vía, que es utilizada como zona de transición entre la calzada y el andén, es decir, es un sector habilitado para este fin, siempre y cuando respete el espacio del peatón. No obstante, ello no se cumple en buena parte de los casos observados, en los que con tal de que quepan más vehículos, los conductores se toman el espacio de tránsito del ciudadano de a pie.
De acuerdo con el Decreto número 0876 de 2012, expedido por la Alcaldía Distrital, por medio del cual se regula el estacionamiento de vehículos en las vías de Barranquilla, está prohibido parquear sobre zonas verdes, andenes o espacio público destinado para peatones, recreación o conservación, disposición que no es acatada usualmente, y que obliga a los transeúntes a caminar por la vía y poner en riesgo su vida.
Si bien en el centro de la ciudad la oferta de zonas de parqueo es mayor, este es el reflejo de la carencia de espacios de ese tipo en el norte. Apartar los $400 o hasta $1.000 pesos que cobran los cuidadores por lo que debería ser gratis, se ha convertido en el detonante de la inconformidad de ciudadanos como Alfredo Llinás, quien en su oficio como visitador médico debe visitar distintos lugares en un misma jornada, y que afirma sentirse “estafado” al tener que sacar de su bolsillo para lo que califica como algo “aprovechado”.
“Una cosa es que cuiden los carros, lo que me parece bien, para evitar que cualquier loco los raye o se roben los retrovisores, pero otra es que los cierren¨, remata el barranquillero, que como muchos comparte la percepción de que falta mayor control por parte de las autoridades.

Cierre
Tras la construcción de un moderno parqueadero en la esquina de la carrera 47 con calle 90, la Universidad Autónoma del Caribe cerró con separadores pintados con amarillo y negro el frente de la entrada principal, lo que pese a contribuir con la mejora del flujo vehicular en el sector, ha sido un arma de doble filo, debido a que deja sin alternativas de estacionamiento a quienes no tengan presupuestado tardar mucho en sus instalaciones, obligándolos a parquear a un costado de la calle. Pese a que este espacio debe ser de aprovechamiento público, los vehículos de la estación de taxis de la institución y unos pocos que logran violar los bloques son los que pueden estacionar.



viernes, 14 de noviembre de 2014

Medicamentos con restricción: un mercado "tóxico"

Expendedores farmacéuticos violan las normas, comercializando productos de control especial sin fórmula médica.



Los medicamentos que deben ser vendidos solo por prescripción médica se comercializan sin control, como pan caliente, en tiendas y farmacias de barrios.
Así lo constató EL HERALDO en un recorrido por varios de estos establecimientos. Con algunas excepciones, los tenderos entregan los medicamentos, lo que está prohibido por ley.
Conseguir en Barranquilla sedantes como el Clonazepam no es tan complicado en droguerías del sur, como en  la carrera 8 con calle 40, donde es posible comprar por cajas este potente producto, conocido también como Rivotril.
En uno de los establecimientos visitados en la carrera 8 el vendedor se ofreció a conseguir los medicamentos vía telefónica.

“No manejamos medicamentos formulados, pero los puedo conseguir y mandarlos a domicilio”, respondió el farmaceuta de una de las droguerías visitadas por EL HERALDO en el barrio La Alboraya.
Mientras que en otra farmacia ubicada en la calle 40 con carrera 19, el farmaceuta respondió: “No tengo la caja completa, pero te vendo un cartón (10 pastillas) por $20.000”, es decir, cada pastilla de Clonazepan tiene un valor de $2.000.
Y fue despachado, pese a que el medicamento tiene una franja morada que significa que  hace parte de los medicamentos de uso especial. Además este contenía un sello  de “uso exclusivo de entidad institucional”.
De acuerdo con el Decreto 3050 de 2005, los medicamentos formulados solo se deben vender en droguerías y farmacias, pero esta norma es violada.
Para el presidente de la Asociación Colombiana de Ingeniería Química, Oswaldo Del Castillo, el problema de fondo es de cultura ciudadana.
“Comprar medicinas sin respaldo o prescripción es atentar contra la salud propia. Hay expendedores que atrevidamente recomiendan productos sin conocer la situación de la persona o sin soporte científico, para inducirla al consumo de un medicamento de uso restringido”.
El ‘top‘ de los sedantes. Según la Secretaría de Salud Departamental, entre los medicamentos de mayor consumo en el Atlántico durante 2013 figuran el Alprazolam de 0.5 miligramos, con 1.022.086 unidades vendidas; el Clonazepam de 2 miligramos, con 998.535; la Clozapina de 100 miligramos, con 944.029, y el Fenobarbital de 100 miligramos, con 890.522.
Y aunque  el número de visitas realizadas por esta secretaría a establecimientos farmacéuticos se elevó a 844 el año pasado –297 más que en el 2012– y el número de investigaciones contra droguerías por incumplir la norma pasó de 42 a 27, la coordinadora del Programa de Control de Medicamentos y Dispositivos Médicos, Dilia Borge, admite que aún  queda trabajo por hacer:
“Cuando encontramos medicamentos en puntos no autorizados, abrimos una investigación administrativa. La reducción en 2013 del número de investigaciones indica que la gente está entendiendo el riesgo de estos productos”.
Desde el punto de vista de la toxicidad, el asunto es más grave. El toxicólogo Agustín Guerrero advierte que no son medicamentos inocuos. Sobre todo, no lo son los identificados con franjas de color morado, los de control especial.
Existen 79 medicamentos de control especial distribuidos por la industria farmacéutica privada en Colombia, relacionados por el Fondo Nacional de Estupefacientes del Ministerio de Salud. Veintitrés de ellos son del monopolio estatal, como fenobarbital, hidrato de cloral, metadona y morfina clorhidrato.
Una de las mayores preocupaciones es que los que más compran estos medicamentos son menores de edad. Con anterioridad ha sido denunciado el consumo de estos medicamentos por parte de los jóvenes. 
  Los medicamentos controlados que requieren de prescripción médica no se deben vender a domicilio ni al menudeo.

Se destruyen sí o sí. “Cuando son decomisados por no estar autorizados, por vencimiento o por llevar sello de uso institucional, los guardamos mientras avanza el proceso, pero todos son destruidos como medida de seguridad. Que el responsable resuelva la falta o pague la sanción no implica su devolución”, concluyó Borge.
Angelina Peña, médico especialista en autoría, argumentó que en casos como los de dengue los pacientes continúan ingiriendo vasoconstrictores y antibióticos, porque acostumbran a asociar la fiebre con procesos infecciosos.
Venta libre
Sobre tabletas de venta libre como el Ibuprofeno, el Acetaminofén y los antigripales, frecuentemente usados para síntomas de resfriado común, asegura que se debe tener aún más cuidado, ya que todos contienen vasoconstrictores y estimulantes como la Fenilefrina. “El ibuprofeno puede causar úlceras estomacales sangrantes e insuficiencia renal, y el acetaminofén toxicidad hepática. Las reacciones adversas van desde somnolencia, sequedad bucal, hipertensión y arritmias cardíacas, hasta estimulación del sistema nervioso central, con insomnio y ansiedad”, expresa Guerrero. Alertas como la del Invima acerca del antiinflamatorio nimesulide, con base en un estudio realizado por la Agencia Europea de Medicamentos, demuestran que el problema de la automedicación y de la formulación informal sigue en pie. 
El Clonazepam, vendido a $20.000, era de “uso exclusivo entidad institucional”.
Artículo publicado en el diario EL HERALDO el 9 de febrero de 2014. Barranquilla, Colombia. 

"Estamos blindando el Sena de la politiquería": Gina Parody

La funcionaria habló  sobre las irregularidades en el manejo de la regional del Magdalena, los proyectos de infraestructura para la sede Atlántico, el proceso de acreditación académica y el plan anticorrupción.


Gina Parody, que desde hace un año dirige el Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, estuvo ayer en Barranquilla durante un recorrido por las sedes del Caribe y habló sobre las proyecciones de la entidad que anualmente titula a 1 millón 200 mil técnicos y tecnólogos en todo el país y el desarrollo del plan anticorrupción que adelanta para evitar el registro de irregularidades administrativas como las que denunció en la regional del departamento del Magdalena.
P   ¿En lo que va de este año electoral ha detectado irregularidades en las convocatorias para aprendices, hubo algún caso de cambio de votos por cupos en el Sena?
R  
Estamos blindando el sistema, pero esos intereses particulares e ilegales se infiltran muchas veces, por eso hay que tener mucho ojo, advertí en esta época de elecciones que nadie necesita una mano amiga para entrar al Sena, nadie. La lucha contra la politiquería y la igualdad de oportunidades han sido mis banderas y no voy a descansar, por eso siempre que hay convocatorias las anuncio personalmente, porque a la institución los estudiantes entran porque quieren y están preparados.
P   ¿Cómo sigue la situación en la regional del Magdalena tras la denuncia de las ilegalidades administrativas?
 El Magdalena es el caso crítico, allá hubo una infiltración de la politiquería. Como estamos haciendo un plan anticorrupción revolvemos muchos intereses particulares. Sorprendentemente he visto gente que pensaba que no tenía nada que ver con temas de corrupción, defendiendo precisamente el día que el control interno disciplinario destituyó al subdirector del Centro Acuícola y Agroindustrial de Gaira, César Gámez Estrada, a quien yo encontré con serias irregularidades como aprendices fantasmas, contratos a instructores que solo percibían su sueldo e inventarios inventados, valga la redundancia. Tenemos un equipo de la dirección general allá, hemos encontrado muchos obstáculos, pero es normal porque cuando uno trata de matar a la culebra aparecen muchas cabezas en el camino, pero voy a dar la batalla contra la politiquería.
P ¿Qué encontró durante el recorrido de supervisión en la regional Atlántico?
R  
Creo que aquí tenemos serios retos de calidad, porque Barranquilla es un sitio estratégico en el país, porque está creciendo y disminuyendo el desempleo en tasas más altas que el promedio nacional y el Sena tiene que dar la talla. Lo que estamos pidiendo es que nos enfoquemos y que podamos decir que aquí la formación en soldadura, aviación y metal mecánica es la mejor.
P  ¿Es el Caribe la región con más casos de politiquería en el Sena?
 Yo no señalaría a una sola región, no puedo decir que es solo la Región Caribe, no, porque en el país el Sena en unos años se le entregó a ciertos intereses particulares, pero más intereses de los que yo pensaba se presentaron en el Magdalena. La educación y la politiquería no van de la mano, por eso donde nos toque ir a hacer planes anticorrupción ahí voy a estar.

P  ¿En qué consiste y quiénes participan en el plan anticorrupción de la regional Magdalena?
 En ese plan está participando toda la dirección general, allá esta semana estuvo todo el comité directivo, eso implica volcar la formación hacia lo que Santa Marta está buscando, a tener instructores que no hayan entrado porque fueron recomendados y a realizar inversiones como la construcción de un nuevo centro de gastronomía y hotelería -que tendrá capacidad para tres mil aprendices-, pero hay gente a la que le conviene mantener un estatus malo del centro, para que este no pueda progresar y ellos poder quedarse allí.
P  ¿Por qué este será un año atípico en materia de convocatoria de aprendices?
R
  Nosotros tenemos convocatorias trimestrales, son cuatro al año. Sin embargo, esta vez hicimos una extraordinaria en enero para técnicos, por eso es un año atípico en ese sentido, porque al principio del 2014 muchos jóvenes nos dijeron que ese era el momento del año en el que más tienen espacio y disposición para estudiar, y como todavía teníamos cupos los convocamos de nuevo.
P  ¿Cuántos estudiantes tiene la regional Atlántico?
R
  En total son 60 mil, entre técnicos y tecnólogos, y en el Magdalena está por el orden de los 45 mil.
P   ¿Qué inversiones en infraestructura tienen programadas para la regional Atlántico?
R
  Apenas termine la Ley de Garantías abrimos la licitación para la construcción de un nuevo Sena en Malambo, entre junio y julio, la ejecución debe tardar ocho meses y la inversión se aproxima a los 10 mil millones de pesos. Ya compramos los equipos técnicos y tecnológicos para las obras de infraestructura, estamos esperando que nos conecten el agua, que ha sido una promesa del gobernado, José Antonio Segebre. Ahí van a estar ubicados los programas de soldadura y construcción, porque ambas son demandas altísimas aquí, ya que el Atlántico tiene disparada la construcción y tenemos que darle la talla a ese desarrollo económico, creciendo con las puertas abiertas a la ciudad, no de espaldas.
P  A propósito del tema del desempleo, ¿cómo ha beneficiado a los aprendices el programa del 100%remuneración?
R
  Hemos puesto una cota grande, porque el Sena es la herramienta más poderosa para combatir el desempleo juvenil. Antes un joven del Sena salía a tocar las puertas de las empresas, hoy lo que estamos haciendo es tocarlas nosotros primero para saber qué necesita el empresario y formar conforme a eso. El año pasado la tasa de desempleo del país fue del 9,6%, por eso este año a partir del mes de febrero los aprendices empezaron a ganar el ciento por ciento del salario mínimo, eso significa un reto de calidad.
P  ¿A cuántos aprendices cobija el beneficio del contrato de remuneración?
 En el país a 200 mil y en el Atlántico a 7.000.
P  ¿Cuántas empresas hacen parte del convenio de contrato de aprendizaje?
 A nivel nacional son 6 mil empresas.
P  ¿Cómo funciona la Agencia Pública de Empleo y a quiénes beneficia?
R
  La agencia es una herramienta que nos permite buscarle empleo a los aprendices y que aplica para todas las regionales, el año pasado 170 mil personas se beneficiaron de eso en todo el país –específicamente en el Atlántico fueron 6.021- con ello el Sena ha puesto su cuota para la baja de la tasa del desempleo.
P  ¿Cómo piensan alcanzar la calidad educativa?
R  
Frente a eso hay varios temas, uno es el del bilingüismo. En Barranquilla vamos a implementar un currículo de hotelería en inglés, por eso en el Atlántico tienen 17 personas que hemos traído de otros países, cuya lengua madre es el inglés. Decidimos voluntariamente ingresar en un sistema en el que solo están el 10% de las instituciones de educación superior en Colombia, que es el de alta calidad, esa es la transformación que tiene que haber desde esta regional que cubre 60 mil personas entre técnicos y tecnólogos al año, que todos salgan con trabajo, porque esa es la instrucción que dio el presidente Santos, “formar para el trabajo, no para el desempleo”.
P  ¿Cuál es la proyección de la entidad?
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  Que en cinco años el Sena sea la institución de formación para el trabajo más importante de Latinoamérica, para eso tenemos convenios con países como Alemania y Perú en áreas como la soldadura y la gastronomía, estamos homologando programas y haciendo cambios.
Entrevista publicada en el diario EL HERALDO el 20 de marzo de 2014. Barranquilla, Colombia. 

miércoles, 29 de octubre de 2014

La delirante aventura de viajar por la carretera Oriental

A lo largo de los 180 kilómetros que hay entre Barranquilla y Ovejas los viajeros deben afrontar tramos con huecos, fisuras, obras y precipicios


En dos casetas maltrechas rodeadas de huecos cobran el peaje más caro entre Barranquilla y Ovejas: el de El Carmen de Bolívar. Paradójicamente, para recorrer esa ruta de 180 kilómetros los conductores deben atravesar tramos plagados de huecos y fisuras que dificultan el paso.

Esquivar los daños de la Vía Oriental no es fácil. La carretera está desnuda por pedazos. De un momento a otro los carriles pierden la línea que los divide. El asfalto desaparece. El panorama pasa de negro a marrón. Puro polvo y arena invaden la troncal.
Pareciera que un topo hubiera escarbado por los costados, dejando pilas de tierra en las orillas de la ruta.
Los viajeros que van de Barranquilla a Ovejas por primera vez no comprenden por qué el recorrido es tan variable. A bordo de cualquier medio de transporte, ya sea las populares vans puerta a puerta, mototaxis, los buses de empresas interdepartamentales o intermunicipales o vehículos particulares, es igual la incomodidad de sentir que van sobre una especie de montaña rusa. Una donde el riesgo no es un juego.
EL HERALDO comenzó la travesía para retratar el estado de esta carretera en la vía al aeropuerto Ernesto Cortissoz. A pocos metros de la entrada a Malambo, Atlántico, está la primera cámara de detección electrónica. Allí, en horas pico se registra congestión. Buses de servicio público y taxis colectivos se agrupan en el sector y retrasan el trayecto.
De repente la vía se ensancha y se vuelve de seis carriles. El cambio es temporal, solo por la llegada al primer peaje de la ruta, el de Sabanagrande.
Pese a que no está en funcionamiento, la sensación de que la vía es más amplia favorece a los conductores. Está cerrado debido a la polémica que suscitó su ubicación y el posible cobro a los habitantes de Palmar de Varela, Santo Tomás y Sabanagrande, quienes protestaron en junio de 2012 y amenazaron con tumbar la estructura construida por la empresa contratista, Autopistas del Sol S.A., dentro de la concesión de la Ruta Caribe.

El acuerdo de una tarifa preferencial para los residentes de esos municipios, mediado por el gobernador del Atlántico, José Antonio Segebre, logró apaciguar la discusión. Los viajeros celebran el pasar invictos por ese peaje, pues de ser obligatorio incrementaría el valor de los pasajes.
Pasados los 10,8 kilómetros de Barranquilla a Sabanagrande, todavía hay reductores de velocidad. En la nueva calzada a Palmar de Varela todo parece estar bien, hasta que llega el segundo peaje, el de Ponedera, también de la concesión Ruta Caribe S.A.,  apenas a unos 25 kilómetros del de Sabanagrande.
Aunque no hay una norma vigente dentro del Código Nacional de Tránsito Terrestre que regule la distancia permitida entre los peajes, en promedio, cada 35 kilómetros hay ubicado uno de estos en Colombia; mientras que en otros países de Latinoamérica están entre 100 y 120 kilómetros de distancia uno de otro.
Por el paso de una camioneta particular hay que pagar $6.800. El comprobante indica que la administración está a cargo de la Fiduciaria Bogotá S.A. y que está vigilado por la Superintendencia de Transporte y la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI).
En los 14 kilómetros entre Ponedera y Bohórquez se puede ver el negocio del que viven la mayoría de los campesinos de Puerto Giraldo, la venta de leche. Ellos dicen estar afectados por la falta de reductores de velocidad en ese tramo. A pocos kilómetros aparece una anciana sobre una mecedora amarilla, en el borde de la vía. Los carros le pitan. Arriesga su vida para poder vender.
En 2012 el Instituto Nacional de Vías (Invías) invirtió $15.228 millones en el mantenimiento y rehabilitación del tramo Carreto-Calamar-Barranquilla, a través del contratista Valores y Contratos (Valorcon). Hoy en la vía aparecen fisuras.
La camioneta empieza a tambalearse. Los pasajeros saltan sobre los asientos. Pareciera que las llantas estuvieran pasando por encima de muchos policías acostados seguidamente, pero se trata de los resaltos en la carretera.
Fisuras de más de cinco metros de largo y huecos en los que cabe una llanta de tractomula comienzan a aparecer. Son como cráteres en los que se detienen a la fuerza los carros que van de prisa. En este tramo hay más de seis huecos. La vía muestra un deterioro evidente.
El ingeniero José Angulo, de la firma Valores y Contratos, el concesionario encargado del realce de 10 kilómetros en la vía Puerto Giraldo - Carreto (Bolívar), dice que en las obras de rellenos del terraplén la inversión es de unos $22.000 millones.
“Tenemos programado terminar en diciembre, depende de la intensidad de la lluvia. En algunos puntos elevamos la vía 71 centímetros y en otros hasta un metro para que el agua no la sobrepase”, explica Angulo.
El cierre de un carril En Puerto Giraldo obliga a esperar para poder pasar. Nos retrasamos unos 25 minutos. Hasta el momento llevamos tres horas y media de viaje, con paradas incluidas. El lapso ideal entre Ovejas y Barranquilla es de 3 horas y 15 minutos, sin contratiempos, pero eso no se cumpliría nunca a menos de que la vía estuviera perfecta.

Llegamos a Bohórquez. En el último corregimiento del Atlántico dentro del recorrido encontramos la llantería que saca de apuros a los conductores que se quedan varados en plena carretera. Luego encontramos el puente de Calamar, Bolívar, donde hay barandas rotas. Parece que el daño fue producto de un choque vehicular.
Después está el peaje de Calamar a cargo del Invías y de Odinsa Proyectos S.A. Entre este y el de Ponedera hay unos 40 kilómetros. Pagamos $6.600. Si bien la tarifa depende del tipo de vehículo, es $200 más económico que el anterior. El de Calamar tiene tres carriles y dos garitas.
Entre los 57 kilómetros que hay de Calamar a San Jacinto aparecen las historias de los comerciantes afectados por la falta de clientes. Dicen que ya no venden tanto como antes porque los conductores intentan recuperar el tiempo perdido y pasan a gran velocidad.
A pocos metros de la entrada a El Carmen de Bolívar hay un camino lleno de trupillos. Un microclima en el que la idea de estar en un bosque tropical se hace realidad. El ambiente es fresco y la carretera luce bien.
En el peaje de El Carmen vuelven los huecos. Los vendedores de diabolines, rosquitas y almojábanas se abalanzan sobre los vehículos para tratar de vender algo. Esta parada resulta $400 más cara que el peaje anterior. También es administrada por el Invías y Odinsa Proyectos S.A. Entre más avanzamos más costosos y deteriorados están los peajes.
A 33 kilómetros está Ovejas, Sucre. Para llegar allá perdimos casi 20 minutos más mientras un voluntario intentaba regular el tráfico a cambio de unas monedas, pues un precipicio obliga a los conductores a usar un solo carril. De no ser por la labor de este grupo de desempleados que se rebusca a pleno sol, los accidentes serían pan de cada día en esa zona. “El Invías promete, pero no cumple. Los topógrafos miden y dicen que van a reparar esto y no lo hacen”, comenta uno de los ‘paleteros’.
Con dos horas de más en el recorrido, llegamos a Sucre. Un pintor y sus cuadros sin comprador reflejan la situación que anuncian las alertas escritas en el piso, “peligro”.
En esta ruta de peculiares letreros de “zona de resaltos” pagamos $20.400 entre los tres peajes, lo que multiplicado por los cerca de 1.600 vehículos de esa categoría que en promedio transitan por día en ese trayecto representaría unos $32 millones. Sin contar las tarifas de las tractomulas, que son de las más caras de Latinoamérica.
El Código Nacional de Tránsito aclara que la instalación de señales de resaltos no significa que las autoridades pueden omitir el deber de reparar los daños, sino que es una oportunidad para valorar la peligrosidad de la zona.
En la vía entre Barranquilla y Ovejas hay regados pedazos de cielo e infierno. Tramos en los que los carros parecen volar sobre asfalto plano y bien acabado. Kilómetros bombardeados. Caos y tranquilidad sobre un mismo trayecto.

El negocio lechero en Puerto Giraldo
De lunes a domingo un grupo de más de 15 campesinos se reúne entre las 6 y las 8 de la mañana en la polvorienta entrada de Puerto Giraldo, a un lado de la Vía Oriental, para esperar a los tres empleados de Coomulticán que recogen en esa corregimiento buena parte de los 1.870 litros de leche que llevan a diario a la planta de Coolechera, en Candelaria.
En las cantinas pequeñas envasan 20 litros y en las grandes 40. Por cada litro les pagan $900. Heberto Muñoz, de 46 años, dice que ordeñar una vaca toma mínimo 50 minutos, y que si es que “sale buena” pueden sacarle hasta ocho litros. El tramo de la vía a la altura de esta población está en buenas condiciones, pero los lecheros reclaman la instalación de cámaras de seguridad en la zona, para evitar accidentes como el que se registró hace unos seis meses: un hombre de 60 años fue arrollado por un vehículo, cuando se dirigía a ordeñar.
Venta de verduras al filo de la troncal
Sol Muñoz Carrillo tiene nervios de acero. Vende verduras y legumbres al filo de la Vía Oriental. Las tractomulas casi que le zumban en el oído. Pasan a prisa por detrás de su mecedora, a una velocidad de más de 80 kilómetros por hora. Dice que se pone al borde de la línea blanca para que puedan verla. Tiene 66 años y su ventorrillo de palma y palos aparece de la nada en el camino de los viajeros, que se detienen a comprarle maíz, batata, cebolla o fríjol. “Aquí llega todo tipo de clientes, hasta gringos, porque yo les vendo más barato que en Barranquilla. Allá pesan lo que venden, yo no, y hasta les doy ñapa”, comenta la viuda y madre de 12 hijos, que recorre cerca de tres kilómetros diarios en un carro de mula para llegar al negocio que tiene hace 40 años en el tramo que conduce de Puerto Giraldo a Bohórquez.
La llantería más popular de Bohórquez
Edwin Balasnoa y los vecinos de la llantería que tiene desde hace 20 años en la Vía Oriental, a la altura del corregimiento de Bohórquez, dicen que se oponen a la ampliación de la carretera porque los obligaría a desmontar sus puestos de trabajo. El de Baslasnoa es el taller más popular en el tramo entre Campo de la Cruz y Calamar, porque ofrece servicio las 24 horas. Gana $150.000 diarios. “Rescatamos a los choferes que quedan varados por las llantas pinchadas, vienen de todos los tipos”, explica el hombre de 43 años. En este tramo la carretera no tiene sobresaltos, pero la petición de los moradores de la zona es que ubiquen reductores de velocidad y también piden una cámara de detección electrónica, para que los conductores de los vehículos estén obligados a tener que ir un poco más lento.
La galería al aire libre a la altura de Ovejas
En el taller de Jorge Osorio, de 46 años, están expuestas más de 25 obras de cinco pintores de Ovejas. La que era considerada como una próspera galería al aire libre ya no goza del mismo éxito de hace un par de años, a causa de la falta de clientes. Osorio reconoce que si bien todavía venden uno que otro cuadro diario, lo que reciben no alcanza para mucho. “Creemos en el arte, pero estamos en crisis. Las cosas han cambiado, como aquí no hay huecos la gente no se detiene y pasa sin mirar los cuadros”, comenta el artista empírico que ocupa en promedio cuatro días en diseñar cada cuadro. Sus pinceles no están secos. Aún guarda unos cuantos frascos de pintura con los que tanto él como los otros cuatro miembros de su equipo esperan poder seguir impulsando el oficio que aman.
Las hamacas de San Jacinto en la orilla de la Oriental
Ligia Plata, de 63 años, lleva media vida tejiendo hamacas. Nació en San Jacinto y aprendió a usar los telares cuando era pequeña. Sabe diferenciar entre los hilos “buenos” y los “malos” sin necesidad de tocarlos. Dice que la calidad se nota y que sin una fibra resistente no puede armar una “hamaca grande”, como las que usan los abuelos de su pueblo. Asegura que antes la visitaban muchos turistas para comprar artesanías, sombreros y abarcas, pero que desde hace dos años los daños de la vía a la altura de los municipios vecinos han afectado su venta, porque los conductores intentan recuperar el tiempo perdido en las otras zonas, al avanzar rápido por el corredor artesanal de su Municipio, en donde funcionan nueve almacenes similares a lado y lado de la carretera.
Las dos caras de los guías viales
En las obras entre Puerto Giraldo y Carreto tres mujeres regulan el tráfico. Ganan un salario mínimo y están contratadas por Valorcon. Ana Lara es una de ellas. Tiene casco, chaleco reflector, guantes y botas, y labora por turnos. Contrario a la forma como ella trabaja, una cuadrilla de hombres, en chancletas y bermudas, procura evitar que los vehículos caigan por el precipicio que hace tres años se formó antes de llegar a El Carmen de Bolívar. Son voluntarios. Si les va bien recaudan $210.000 al mes. Les llaman ‘paleteros’. Ellos dicen que han salvado más de una vida.
Texto publicado en el diario El Heraldo el 21 de septiembre de 2014. Barranquilla, Colombia.