jueves, 11 de diciembre de 2014

Los parqueaderos privados se multiplican en el espacio público


Las zonas de espacio público en el norte de Barranquilla están delimitadas irregularmente con piedras, cuerdas y conos para estacionar vehículos a cambio de dinero




Encontrar un cupo para parquear en el norte de Barranquilla es una odisea para la mayoría de conductores. Negociarlo todavía más.
Pese a que existen bahías de estacionamiento frente a la mayoría de los establecimientos ubicados en esa zona, el privilegio de usar uno pareciera estar reservado solo para los que acceden a pagarle a los particulares que impiden el paso con piedras, cuerdas y conos de tránsito.
Años atrás, esta modalidad informal se ceñía a ofrecer el servicio de vigilancia a cambio de un par de monedas. Era fácil identificar a los “cuidadores”, porque acostumbraban a agitar pañuelos rojos y señalar los puestos libres. Sin embargo, ahora esperan a sus clientes sentados y sin afán, tras cabuyas que delimitan el espacio del que se han apoderado sin autorización alguna.
EL HERALDO realizó un recorrido por las principales calles del norte de la ciudad, e identificó los cinco puntos en los que más se repite esta situación.
A lo largo de la carrera 49C, en el tramo comprendido entre las calles 80 y 84, se encuentra uno de esos puntos. Ahí, al intentar dialogar con tres cuidadores que reclaman dinero para quitar los obstáculos del camino, dos de ellos se negaron y el otro manifestó que “no hay trabajo” y que le toca “rebuscarse en la calle para sostener a la familia”.
En la carrera 50 con calle 84 los cuidadores bloquean las zonas de parqueo con baldes repletos de cemento seco y palos.

Tras merodear por el sector de la calle 74 con carrera 57, donde hay otra zona pública en poder de particulares, el conductor de una camioneta decidió pagar por un espacio a un hombre de chaleco y gorra que parecía tener el control de la esquina, tras no encontrar otra alternativa para dejar su vehículo.
Esta escena es recurrente a lo largo del corredor clínico de la carrera 50 entre las calles 79 y 84. Aunque en ese tramo hay dos parqueaderos privados, ambos permanecen vacíos, pues los ciudadanos prefieren cancelar lo que les pidan, con tal de estacionarse frente a su lugar de destino.
Algo similar sucede en la calle 90 entre carreras 46 y 47, sede de la Universidad Autónoma del Caribe, y en la esquina de la calle 79 con carrera 49B, donde la farmacia Colsubsidio y el almacén Colchones y Muebles Relax tienen demarcado el espacio de parqueo público como zona privada.
En todos estos casos se viola lo establecido en el artículo número 8 de la Ley 769 del 6 de agosto de 2002, por la cual se expide el Código Nacional de Tránsito Terrestre, que señala que “las entidades públicas o privadas y los propietarios de los locales comerciales no podrán hacer uso del espacio público frente a sus establecimientos para estacionamiento exclusivo de sus vehículos o el de sus clientes”, en esos dos puntos están violando la norma.
Esta situación tampoco es ajena a la realidad residencial, pues ha llegado hasta zonas de poco tráfico. Tal es el caso de los conjuntos ubicados sobre la calle 74 con 57, que cuentan con sus propios cerramientos improvisados, para evitar que parqueen personas distintas a propietarios o visitantes.
Técnicamente, una bahía de estacionamiento es contemplada por la ley como la parte complementaria de la vía, que es utilizada como zona de transición entre la calzada y el andén, es decir, es un sector habilitado para este fin, siempre y cuando respete el espacio del peatón. No obstante, ello no se cumple en buena parte de los casos observados, en los que con tal de que quepan más vehículos, los conductores se toman el espacio de tránsito del ciudadano de a pie.
De acuerdo con el Decreto número 0876 de 2012, expedido por la Alcaldía Distrital, por medio del cual se regula el estacionamiento de vehículos en las vías de Barranquilla, está prohibido parquear sobre zonas verdes, andenes o espacio público destinado para peatones, recreación o conservación, disposición que no es acatada usualmente, y que obliga a los transeúntes a caminar por la vía y poner en riesgo su vida.
Si bien en el centro de la ciudad la oferta de zonas de parqueo es mayor, este es el reflejo de la carencia de espacios de ese tipo en el norte. Apartar los $400 o hasta $1.000 pesos que cobran los cuidadores por lo que debería ser gratis, se ha convertido en el detonante de la inconformidad de ciudadanos como Alfredo Llinás, quien en su oficio como visitador médico debe visitar distintos lugares en un misma jornada, y que afirma sentirse “estafado” al tener que sacar de su bolsillo para lo que califica como algo “aprovechado”.
“Una cosa es que cuiden los carros, lo que me parece bien, para evitar que cualquier loco los raye o se roben los retrovisores, pero otra es que los cierren¨, remata el barranquillero, que como muchos comparte la percepción de que falta mayor control por parte de las autoridades.

Cierre
Tras la construcción de un moderno parqueadero en la esquina de la carrera 47 con calle 90, la Universidad Autónoma del Caribe cerró con separadores pintados con amarillo y negro el frente de la entrada principal, lo que pese a contribuir con la mejora del flujo vehicular en el sector, ha sido un arma de doble filo, debido a que deja sin alternativas de estacionamiento a quienes no tengan presupuestado tardar mucho en sus instalaciones, obligándolos a parquear a un costado de la calle. Pese a que este espacio debe ser de aprovechamiento público, los vehículos de la estación de taxis de la institución y unos pocos que logran violar los bloques son los que pueden estacionar.



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