domingo, 25 de enero de 2015

El grafiti se hizo verbo sobre las parroquias

La pictórica urbana que invade la mayoría de los templos católicos del centro y sur de Barranquilla es condenada por Iglesia y ciudadanía

La conciencia no les arde de día y las manos no les tiemblan durante la madrugada, cuando aprovechan la complicidad de la penumbra para estampar con aerosol declaraciones de amor, firmas de barras bravas y hasta trasnochadas sentencias marxistas sobre las paredes de las parroquias del centro y sur de Barranquilla.
Los feligreses más veteranos los llaman “vándalos”, y algunos sacerdotes dicen que son raperos, pero ellos se describen a sí mismos como “artistas”. Y aunque se niegan a identificarse y rechazan las acusaciones en el sentido de que violan las normas urbanas con sus intervenciones en puntos como la Catedral Metropolitana, la luz del día revela que sus reuniones nocturnas solo buscan dejar símbolos casi que indescifrables sobre las iglesias.
Para el fray Albeiro Rodríguez Pérez, el hecho que se registró el martes en la parroquia del barrio San Luis Beltrán, en el que el tono beige del templo fue mancillado por el mensaje de un joven llamado ‘Migue’, que escribió a lado y lado de la entrada el mensaje “Eres todo pa mí, Kamilita...Te amo”, es muestra de la falta de sentido de pertenencia de la juventud por las “casas de Dios”.
“Estamos preocupados por la indiferencia e irresponsabilidad de las personas que se dan cuenta de lo que ocurre y, por temor, no acuden a las autoridades o no dan una voz de aviso. En esta esquina siempre se ubican algunos ‘dizque cantantes’ de rap, que a lo que se han dedicado es al consumo de sustancias psicoactivas”, explica el sacerdote, miembro de la orden de predicadores Padres Dominicos.
Tal como la parroquia San Luis, ubicada en la carrera 3C con calle 91, donde también funciona el colegio San Alberto Magno —creado por la misma orden de dominicos—, también hay otras que sufren el flagelo del vandalismo y cuyo aspecto ha sido deteriorado por rayones que desdibujan el respeto por la religión.
Imagen enlodada. Según Isabel Goenaga, quien desde hace más de 14 años asiste a misa en la parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá, grafitis como el que recibe a los creyentes que ingresan por la calle Murillo, el cual reza: “opio del pueblo”, enlodan la imagen de la iglesia.
“Ni qué decir del que pintaron con la frase ‘Dios es amor’. Si saben que Él es amor, ¿por qué no lo demuestran respetándolo?”, pregunta Goenaga.
En sectores como Boston, también se aprecian las señales dejadas por esta tribu urbana:  en el parqueadero de la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, las firmas parecen ser utilizadas como una manera de “marcar territorio”.
De acuerdo con monseñor Víctor Tamayo, a esta competencia entre grafiteros se le puede aplicar la conocida ‘Regla de Oro’: “No hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti”.
“Es muy triste que en un barrio que es pobre y que hace todo el esfuerzo por tener su templo bien limpio, como San Luis, llegue una persona y, en un momento, dañe todo. Si fuera un aviso o mensaje de bienestar para el pueblo, sería diferente”, puntaliza Monseñor.
Con las uñas. Como la mayoría de las parroquias no cuentan con un presupuesto amplio, a medida que se va cayendo la pintura los sacerdotes organizan bazares y campañas durante las que invitan a los vecinos a contribuir para mantenerlas en buen estado.
Uno de los mensajes más rebeldes consignados en la arquitectura de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, es el de “Dios bendiga este negocio”. Al leerlo, José Castañeda, morador del sector de la calle 42 entre carreras 45 y 46,  asegura que el atrevimiento ya ha sobrepasado límites impensables.
“Esto no debe ser permitido, deben respetar el templo. Los que los hacen son puros ‘pelaos’ entre 14 y 15 años y creo yo que hasta más pequeños”, asegura un residente de San Luis, que prefiere no revelar su identidad para evitar que su vivienda sea tomada como lienzo por las bandas de su barrio.
“Todos perdemos con estas acciones. Deben dejar estos malos hábitos y respetar la propiedad de la comunidad. Hay que valorar el significado de las parroquias, porque son las casas de Dios en medio de las casas de los hombres. Por eso, deben ser lo más limpio y atractivo”, remata Tamayo, obispo auxiliar de Barranquilla.
Texto publicado en el diario El Heraldo, Barranquilla (Colombia), el 26 de enero de 2014. 


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